La violencia doméstica es una de las razones más graves de la ruptura de un matrimonio. Es un patrón de comportamiento entre los seres queridos que comparten un hogar, por el que uno de ellos ejerce el poder y el control sobre el otro. Por lo tanto, el primer paso es darse cuenta de que la agresión física o psicológica, la coacción para realizar prácticas sexuales no deseadas o el control de todos los movimientos, no es normal y debe resistirse. Si la violencia doméstica es el motivo para poner fin al matrimonio, la ley está de su lado y puede aprovechar la asistencia jurídica, como la prohibición inmediata a corto plazo, de que su cónyuge entre en su casa o tenga cualquier contacto con usted, la redacción de una demanda de orden de alejamiento de hasta 6 meses con posibilidad de prórroga, o la redacción de una petición de divorcio completa.